Emprendedores: lo bueno, lo malo y lo feo


Una reciente investigación conducida por la ESPOL de Guayaquil coloca al Ecuador en uno de los primeros lugares a nivel mundial en número de emprendedores sobre total de la población. Pero, ¿es esto algo positivo? Hay al menos tres ángulos para entender el fenómeno.

Lo bueno: es el emprendedor y no el administrador quien hace funcionar una economía. Acuñado por los economistas franceses R. Cantillon y J.B. Say, el término “Entrepreneur” representa el rol de quien inicia acciones, arriesgando recursos y sometiéndose a la posibilidad de fracasar. Como podemos darnos cuenta, toda acción humana es entonces esencialmente empresarial.

Pero el entrepreneur va un poco más allá de lo individual en sus alcances y ha merecido un estudio detallado por los mejores economistas de la historia. Joseph Schumpeter por ejemplo, veía al entrepreneur detrás de su celebre idea de “destrucción creativa” en que un Henry Ford sacaba de su zona de confort a la sociedad -en especial a los herreros y criadores de caballos- para llevarla a un siguiente nivel de bienestar. Israel Kirzner por otro lado en su obra “Competition and Entepreneurship” nos dice que su papel es el de encontrar oportunidades subvaluadas y llevar agua donde hay sedientos, lo cual sin duda se deriva del rol predominante que sus antecesores F.A. Hayek y M. Polanyi dieron a la información dispersa y tácita en la sociedad humana. Finalmente Ludwig von Mises le atribuye al entrepreneur un rol coordinador pues los recursos  y talentos humanos serán por su intermedio -y el del rol irreemplazable del sistema de precios- asignados allí donde mejor atiendan las necesidades del público.

Una economía sin entrepreneurs es una economía que se limita a mal copiar y gerenciar su propia erosión. El mejor ejemplo es la difunta U.R.S.S. que graduaba administradores de empresas en cantidades industriales. Pero la economia no es un problema de administración, sino de toma de riesgos y creación de (nueva) riqueza. Lo malo: el Ecuador sigue ofreciendo un entorno hostil al emprendimiento. El verdadero hallazgo de la ESPOL es simplemente la contracara de la cifra de Subempleo del INEC. Mientras menos empleos haya en empresas pequeñas, medianas y grandes, más emprendedores habrá pues cada uno tendrá que hallarse a sí mismo trabajo al margen de un Estado obeso, confiscatorio y asfixiante.

Cuando las empresas crecen y se vuelven de categoría mundial, contratan a muchísima gente que ya no necesita seguir siendo emprendedora. Y es que hay un trade-off entre emprendimiento y estabilidad: a más exitoso un país, más grandes sus empresas, más asalariados y menos auto-emprendimientos hay. Ahora lo feo: seguimos sin entender el rol vital de muchos emprendedores. Por mencionar sólo dos: el intermediario y el revendedor de boletos. El intermediario compra a un precio competitivo donde es barato para vender a un precio competitivo allí donde es caro. La palabra quechua para esta función es “kutirpa”. Al parecer los indios precolombinos entendían que el intermediario nos facilita la vida. En este caso me evita gastar $5 usd para ir a Cayambe por un litro de leche y sólo me cobra $0,60 por comprar con calidad consistente y transportarlo, llámese Don Fausto-con-su-camioneta o Parmalat.

Pero además le evita al productor distraerse de lo que mejor sabe hacer (zapatero, ¡a tus zapatos!) para salir a vender en la ciudad. Gana el productor, aunque se queje y gano yo, aunque me queje. La persecución periódica que hacen los gobiernos municipales y provinciales a los intermediarios es apenas una instancia más de analfabetismo económico, común entre las clases gobernantes. El caso del revendedor de boletos es similar: me evitar abandonar mis actividades al comprar por mí el boleto, y luego obtiene una ganancia en tanto haya gente como yo dispuesta a intercambiar tiempo por dinero. Y como todo entrepreneur fracasa de vez en cuando si predice mal los comportamientos de otras personas.

Para concluir, podemos decir que el Ecuador es un país lleno de emprendedores porque su gente es mayormente tesonera e ingeniosa, pero nuestra cultura e instituciones trabajan aún en su contra. El emprendedor cultural y material es el motor de la sociedad, pero depende de todos nosotros sacarle del chaquiñán y construirle una autopista.

-Publicado originalmente en 2009-

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