Las propinas son un indicador de qué tanto una cultura valora el trato y la calidad en el servicio en las llamadas industrias de servicios. La restaurantería y el turismo principalmente, aunque casi todas implican algún nivel de servicio personal en lo que se conoce como el “delivery” del bien adquirido.
En los E.E.U.U. se acostumbra a dar una propina (tip) de 15-18% del total de la cuenta. Este 15% suplementa considerablemente el salario mínimo de un mesero o bell-boy. Pero aún más importante es que al ser voluntario, mantiene atento (exigente) al cliente y atento (esmerado/a) al empleado. Alguien que obtiene buenas propias puede estar seguro de que ha encontrado una actividad en que su esfuerzo es apreciado por la sociedad.
En Ecuador esta importante señal de mercado ha sido atropellada por una medida socialista (no dudo que impulsada por complejo o por complejo secundada por la derecha política del país) en forma de un 10% de “servicios” cobrados con la cuenta, por ley, siempre y cada vez. Para colmo, se reparte igualitariamente (ojo, lo opuesto a equitativamente o con justicia: no son sinónimos) entre quienes tratan con los clientes y quienes no lo hacen (por ejemplo, los cocineros y otros que trabajan en el “back-end”, es decir, tras bastidores.
¿Y si el servicio fue malo? Ud. paga el 10% quiera o no.
¿Y si quiere recompensar a alguien en particular? Ud. paga el 10% quiera o no.
¿Y si alguien no merece una propina por su trato desconsiderado o torpe? Ud. paga el 10% quiera o no.
Como toda medida socialista, se ve bien a primera vista pero a) atropella derechos individuales y b) causa consecuencias peores que el supuesto problema que pretende acometer.
Si no se reparte el 10% a los cocineros sino solo a los meseros, los cocineros no contarán con ese 10% para su ingreso. Eso parece malo e inhumano a primera vista, pero en realidad el dueño del restaurante u hotel tendrá que poner de su bolsillo la diferencia pues es parte del ingreso por el cual se acepta esa carga de trabajo en dicha industria.
Si no se reparte el 10% ni siquiera entre los meseros, los malos meseros no contarán con ese 10% para su ingreso. Eso también podría parecer malo e inhumano a primera vista. En realidad dejarán esa actividad quienes no posean los modales, la imagen personal y el carisma para generar un ambiente agradable y *sumar* (en vez de resultar indiferentes o incluso un *negativo*) a la experiencia del cliente. De ese modo, quienes no sean buenos para ser meseros, lo sabrán a ciencia cierta. Quienes sean buenos también lo sabrán y serán recompensados proporcionalmente. Eso sí es justo y equitativo. Pero además gana la sociedad en su conjunto pues cuenta con gente trabajando en donde sí se desempeña con calidad (mejor asignación del llamado “recurso humano”) y con mejor atención al cliente para locales y turistas, desencadenandose una serie de consecuencias positivas.
¿Pero y qué pasa con los clientes que no dan propina? Veamos los datos de este estudio:
A new study finds many waiters and waitresses feel that black Americans generally tip less than restaurant diners who are white. The study, by a researcher at Cornell University’s School of Hotel Administration, found that blacks tip on average 20 percent less than whites. In addition, restaurant workers of all races dislike waiting on black people because they assume the tips will be less no matter how good the service. NPR’s Juan Williams reports.
The study found that 63 percent of blacks and 30 percent of whites didn’t understand that the standard restaurant tip in the United States is 15 to 20 percent. The difference between how blacks and whites view tipping has serious ramifications for restaurants, including lawsuits and lost profits, Williams reports. “The average tip from a black customer is about 13 percent of the bill. The average tip from a white customer is about 16.5 percent of the bill,” says Dr. Michael Lynn, the study’s author.
In some cases the difference in tipping may be the result of poor service, but blacks interviewed in one of Lynn’s studies rated the service slightly higher yet still tipped less than whites, he says.
(Ver: http://bit.ly/13A4dE )
De ese modo, el mercado permite una discriminación de clientes también, sobre la base del derecho de libre asociación (cuyo anverso es el de libre disociación) que descansa sobre las instituciones de la propiedad privada y los contratos. Quienes sean mezquinos en sus propinas, serán peor atendidos y menos bienvenidos en los locales. Si en el peor de los casos eso no educara (vía incentivos) para mejores comportamientos en lugares públicos, al menos evidenciaría que la calentura no está en las sábanas: no se puede curar la fiebre forzando el mercurio hacia abajo en el termómetro con una ley. Debe permitirse tal sinceramiento y así -recién- podremos trabajar en una cultura de tratarse bien a uno mismo y a los demás de forma sincera, es decir, voluntaria.
Debe abolirse el 10% obligatorio en servicios para que los ecuatorianos podamos manifestar nuestras preferencias en nuestros tratos cotidianos de forma tangible.
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