En defensa del lujo

Por Juan Fernando Carpio ¿Qué tienen en común un dije de oro con el rostro de Helena, un violín Stradivarius, un reloj Cartier, un traje Armani y un iPhone 4s? Nada tecnológico. Simplemente hay algo en lo lujoso que ha sacado de quicio a estoicos, ascetas, mendicantes, izquierdistas y hippies por turnos a lo largo…